Intervención del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el acto conmemorativo del 40º aniversario de la adhesión de España a las Comunidades Europeas
Resumen autogenerado por OpenAI
Audios generados (reproducción automática)
Los audios se reproducen de forma automática uno detrás de otro. Haz clic en el icono para descargar el audio o aumentar/disminuir la velocidad de reproducción.
Debido al tamaño del artículo, la generación del audio puede tardar unos segundos y es posible que se generen varios audios para un mismo artículo.
Palacio Real, Madrid
INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ
Majestad, Presidente del Consejo Europeo, querido Antonio, Presidenta del Congreso de los Diputados, Presidente del Senado, Presidente del Tribunal Constitucional, Embajadores y Embajadoras, autoridades, señoras y señores.
Hace 40 años, en un día como el de hoy, el rumbo de España cambió para siempre.
Aquel 12 de junio de 1985, en esta misma sala, con esta misma mesa, Majestad, nuestro país firmó, como bien sabe, mucho más que su adhesión a las entonces Comunidades Europeas. Firmó la paz con su propia historia y selló su futuro para siempre.
Europa no sería nunca más para nosotros un sueño prestado, sino una realidad compartida.
No sería nunca más un refugio de libertad al que mirar con cierta añoranza y mucha envidia, sino nuestro destino, nuestro lugar en el mundo.
Y a la vista de los resultados, es justo afirmar que el viaje ha merecido la pena.
Porque durante estos últimos 40 años los españoles y las españolas hemos vivido el mejor momento de nuestra historia, sin ningún tipo de duda.
Hemos duplicado, si nos vamos a las cifras, nuestro PIB per cápita, hemos reducido a la mitad la tasa de paro, hemos aumentado la esperanza de vida, nada más y nada menos, que en 11 años.
Hemos mitigado desigualdad, pobreza, y hemos construido un Estado del bienestar de primera. Y además nos hemos convertido en un país tolerante, un país que aprecia su diversidad, un país atractivo para el mundo entero.
En estas cuatro décadas, España ha pasado de ser una democracia joven y frágil a una democracia plena, con carencias sin duda alguna, como todas.
Con problemas aún pendientes, por supuesto, pero hemos podido comprobar que hemos ido avanzando con mucha determinación a lo largo de estos últimos 40 años.
También con unos niveles de robustez, de representatividad y de transparencia iguales o superiores a muchas otras democracias a las cuales mirábamos hace 40 años con mucha envidia.
La Unión Europea nos ha ayudado a todo ello, nos ha ayudado a crecer, a modernizarnos, ha brindado apoyo financiero, fronteras abiertas, oportunidades educativas, ciencia, innovación, estímulos culturales donde antes no los encontrábamos.
Europa le ha dado mucho a España. Mucho, muchísimo, eso es evidente.
Pero también me gustaría reivindicar que España también ha aportado mucho y ha dado mucho a Europa.
En primer lugar, le ha dado integración y cohesión junto con nuestros hermanos portugueses.
España nunca ha dudado del proyecto europeo, ni siquiera en los peores momentos como pueda ser la reciente crisis financiera que atravesamos en la década de 2010.
España siempre ha estado a la vanguardia de todos esos Estados miembros que, en los distintos ámbitos de representación institucional, hemos trabajado para hacer avanzar a Europa y hacer realidad eso que decía Jacques Delors de "una Unión cada vez más estrecha".
Fuimos sin duda alguna un actor clave en el diseño de las políticas de cohesión, que es uno de los ejes vertebradores de la Unión Europea.
Hemos jugado un papel importante en la integración del mercado único.
Estuvimos detrás de la ampliación de la Unión Europea, también del espacio Schengen, a nuevos Estados miembros y resultamos decisivos en el impulso de nuevos instrumentos comunitarios como, por ejemplo, los fondos Next Generation, que tanto están ayudando a la transformación de nuestro país.
La fortaleza, por tanto, actual de Europa emana de su unidad y esa unidad es y ha sido posible, en gran medida, gracias a la aportación de la Península Ibérica y también, en este caso, humildemente lo decimos, a España.
En segundo lugar, nuestro país ha contribuido de manera decisiva a la prosperidad económica del conjunto de la Unión Europea. España es la cuarta economía de la Unión. Es también el cuarto mayor exportador neto, el segundo entre las grandes economías. Aportamos más de tres millones de empresas, más de diez millones de trabajadores altamente cualificados al conjunto de la Unión. Y un dato que pasa muy desapercibido pero que me parece importante subrayar hoy es que invertimos más de 12.000 millones de euros en inversión extranjera directa en el resto de la Unión Europea.
Solo el año pasado, España generó el 50% del crecimiento económico y el 30% del nuevo empleo cuando hablamos, en este caso, de la eurozona.
Por tanto, a lo largo de estas décadas España ha dejado de ser uno de los vagones de cola del progreso europeo para convertirse en una de sus principales locomotoras. Y eso creo que nos beneficia a todos y a todas. A los españoles, sin duda alguna. Pero también a los franceses, a los checos, a los polacos... En definitiva, a todos los hermanos europeos.
Y, de la misma manera, España se ha convertido en un motor esencial de aquello que António Costa, actual presidente del Consejo, impulsó siendo Primer Ministro portugués que es el pilar social europeo con la cumbre de Oporto, querido António.
Porque nosotros no somos europeos solamente por geografía. Lo somos porque sabemos lo que significa ejercer nuestra ciudadanía común. Son libertades, son responsabilidades, sin duda alguna, pero también son derechos.
Nuestro país impulsó la ciudadanía europea en el Tratado de Maastricht. Contribuyó decisivamente algo que ha dicho la interviniente anterior y es la creación del programa Erasmus, que siempre estará unido a una figura muy querida para los españoles: Manolo Marín.
Fue promotor esencial del pilar social junto con nuestros hermanos portugueses y uno de los responsables de que en Europa hoy haya una tarjeta sanitaria común, un roaming gratuito para todos, yo creo que bienvenido, o una política de vivienda comunitaria que tenemos, lógicamente, vicepresidenta de la Comisión, que impulsar en esta legislatura.
Por último, no me quiero extender más, Majestad, creo que España ha contribuido de manera decisiva a ampliar la proyección internacional de Europa.
Somos probablemente uno de los países con mayor vocación global que hay en el continente, junto con los portugueses. Puente geográfico del sur, del Mediterráneo. Tenemos no solo un pasado, sino también un presente que nos conecta con América Latina, con el Caribe, con África, con Norteamérica.
Por eso solamente concebimos una Europa abierta al mundo, una Europa global.
España yo creo que ha llevado más allá de lo que aparece en los grabados, en su escudo y en su historia el espíritu de una acción exterior europea.
Hemos logrado que la Unión aprenda a mirar, a escuchar y a trabajar, que falta hace, por aquellas relaciones que se tejen en otras partes del mundo.
Es evidente, señoras y señores, que Europa surgió de las cenizas de la guerra como una promesa de paz.
Por eso, en nombre de nuestros antepasados y antepasadas, y por el porvenir de nuestros hijos y nuestras hijas, trabajamos para que esta Europa unida no sea indiferente ante las guerras y ante la injusticia.
No podemos, lógicamente, enterrar la dignidad europea bajo los escombros de Gaza. Tampoco podemos olvidar a nuestros compatriotas y hermanos en Ucrania -allí veo al embajador-. Tampoco en el fondo del Mediterráneo o en las fosas comunes en Sudán.
En 1991, en esta misma sala, se abrió, Majestad, una puerta de esperanza, cuando hablamos de Oriente Medio, para esa paz, con la conferencia de paz que se celebró en la capital de España, en Madrid.
Y ahora, como entonces, nuestro país sigue comprometido con la defensa del multilateralismo y la paz, y lo atestigua la Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo que vamos a celebrar a finales del mes de junio y principios del mes de julio en la ciudad de Sevilla.
Concluyo. Majestad, autoridades, varias generaciones de compatriotas vivieron pensando que España era el problema y Europa la solución. Ahora algunos invocan lo opuesto: que el problema es Europa y que la solución es una mera suma de naciones supuestamente soberanas, pero que, en la práctica, estarían totalmente sometidas en este mundo de gigantes.
Yo creo que esa visión es absolutamente errónea, es un inmenso error.
Cuatro de cada diez españoles y españolas de hoy no han conocido más España que la surgida aquel 12 de junio de 1985. Repito, cuatro de cada diez españoles de hoy. Para casi 20 millones de compatriotas, Europa ya no es un anhelo, es un hecho cotidiano. Y, como todo hecho cotidiano, corremos el riesgo de no apreciar lo que tiene de extraordinario.
Por eso, creo que entre todos tenemos que cuidar a Europa. Ya no se trata de que Europa nos cambie, porque Europa ya lo hizo y, por cierto, lo ha hecho muy bien. Ahora somos nosotros y nosotras los que tenemos que contribuir a fortalecer y a transformar y hacer avanzar a Europa, a mejor. Un cambio, una transformación que solo es posible con más Europa.
Majestad, señoras y señores, España estará ahí, como siempre en estas cuatro décadas, en primera línea, dando lo mejor de sí para renovar este sueño colectivo que es nuestra Unión Europea.
Y, por tanto, hagámoslo bajo la inspiración de su lema: unidos y unidas todos y todas en su diversidad.
Que así sea.
Nada más, y muchas gracias.
(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)
(Intervención original en español)
