La restauración del Real Monasterio de Santa María de Sijena, finalista en el XXXIX Premio García Mercadal
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El fallo del jurado se dará a conocer este jueves en un acto en el Colegio de Arquitectos

Las intervenciones en el Real Monasterio de Santa María de Sijena, a cargo del equipo de arquitectos de Luis Franco, Mariano Pemán y Sergio Sebastián, promovidas por el Gobierno de Aragón, desde la Dirección General de Patrimonio Cultural, son una de las cinco obras finalistas, de las 63 propuestas presentadas, de la XXXIX edición del Premio García Mercadal 2025, cuyo fallo se dará a conocer este jueves 29 de mayo.
La restauración en el Monasterio de Sijena ha sido elegida finalista junto a la rehabilitación integral y edificio departamental (nZEB) de la Facultad de Filosofía y Letras, de Magén Arquitectos; la Base de Emergencias para albergar los helicópteros de transporte sanitario, protección civil e incendios forestales del Gobierno de Aragón, realizada por el arquitecto Santiago Carroquino Larraz; #ArquitectasenelMapa. Mapa interactivo digital de arquitecturas ideadas por mujeres en España, 1965-2000, de Lucía C. Pérez Moreno; y una vivienda unifamiliar en Barbastro, de Voilá Estudio (Laura Hernández Sanz, Jokine Crespo y Nacho Cordero).
En los trabajos realizados en el Monasterio de Sijena, la colaboración entre la Dirección General de Patrimonio Cultural y los arquitectos Luis Franco, Mariano Pemán y Sergio Sebastián en las intervenciones en el monasterio se inició en el año 2002 (junto con la fundación Caja Madrid) y continúan hasta la actualidad.
El Real Monasterio de Santa María de Sijena se funda en 1188, adoptando una tipología de planta cuadrada, con iglesia de cabecera plana, naves con arcos perpiaños y cubierta a dos aguas hasta las pandas del claustro. En el siglo XIII la iglesia se dotó de una cabecera de tres ábsides y un transepto, incorporando una capilla sanjuanista como panteón real y una torre de señales como campanario. En el siglo XIV se levantó una segunda planta y se permitió que las monjas tuvieran espacios privativos que acabaron configurando un conjunto caótico de construcciones.
En 1923 se declaró Monumento Nacional y se iniciaron las restauraciones para liberar la iglesia y los ábsides de construcciones impropias, pero todo se detuvo en 1936 y el incendio que dejó desprotegidas las pinturas románicas de la sala capitular, lo que dio pie a José Gudiol para extraerlas en condiciones muy precarias. En 1955, Fernando Chueca se propuso recuperar el monasterio en su unidad estilística e intervino en la iglesia y el refectorio, desescombró las naves y reconstruyó la panda sur apeando los arcos originales con otros de ladrillo de menor dimensión.
Estado desigual
Al inicio del siglo XXI el monasterio presentaba un estado desigual. Salvo la iglesia, el refectorio y la panda sur, el resto seguía en ruina. El incendio y el abandono habían reducido la arquitectura a lo más esencial, los arcos mostraban su riguroso orden, la desnudez de la arquitectura descubría su construcción y en los muros se detectaban huellas que explicaban el devenir del monasterio.
Aquel esqueleto no podía tratarse como un resto arqueológico porque ya se habían recuperado partes del monasterio, tampoco era factible volver al tipo fundacional porque suponía obviar toda su evolución, ni se podía recomponer la segunda planta porque no había datos.
Se trataba de recuperar la presencia de aquello que da sentido al tipo monástico, el claustro y las naves, evitando el falso histórico y propiciando un contexto material sano en el que la construcción tuviera un sentido didáctico y expresivo y se potenciara la capacidad para evocar de aquella arquitectura.
Desde 2002
El monasterio se asienta sobre un remanso de agua subterránea, de manera que las humedades y la arenización de la piedra han sido recurrentes. La intervención se inició el año 2002 afrontando esta patología con un drenaje profundo por gravedad, opuesto al frente de ataque de la corriente, que conduce el agua hasta una cota inferior del freático.
Al mismo tiempo, se techaron las naves este y norte con un alfarje de madera y una cubierta plana que indica que la arquitectura se interrumpe allí donde resulta desconocida, y se repararon los muros haciendo que las lagunas del zócalo las dibuje el ladrillo que protege el tapial y, si había desaparecido el tapial, que el hueco lo ocupe otro de hormigón en masa, bastardo y ejecutado por cajas, y que el recrecido del siglo XIV se identifique mediante un mortero zarpeado de cal.
En el lado norte se recuperó su entidad espacial levantando muros de tapial de hormigón sobre el zócalo de piedra, marcando así una diacronía que se expresa sin dramatismo. Más tarde, se recuperó la panda este del claustro siguiendo la pauta de su zócalo, con la arcada como volumen capaz de ladrillo y la cubierta con largueros con la inclinación de la cubierta del siglo XII para mostrar las huellas de valor documental y resolver la transición entre los tramos existentes.
También se ha intervenido en la capilla barroca de la Inmaculada, recuperando la luz cenital y aquellos elementos que dibujan las proporciones que le dan su esbeltez, así como el acabado original de yeso monocromo de la cúpula.
Las últimas intervenciones, finalizadas el año pasado, han consistido en recuperar el pavimento de piedra de la panda este del claustro, conservando el solado y los canales de drenaje históricos, y en acondicionar las naves este y norte para poder exponer en su interior los bienes retornados a Sijena, atendiendo a que la tecnología exigida para este fin no alterara el espacio medieval.
La sala de instalaciones y los equipos de clima se han colocado en un espacio vacío fuera de las naves, dentro de un sencillo prisma de ladrillo y cubierta plana de grava, y los conductos y cableados discurren en las naves por una cámara situada bajo el suelo que se separa de los muros para sanearlos mejor y resolver su encuentro con el perímetro.
Los servicios mínimos necesarios se han colocado en un "mueble" que, además, solventa una entrada situada a una cota más alta, y la difusión del aire y las conexiones eléctricas de las vitrinas se resuelven desde un banco corrido de madera. El pavimento utilizado es de piezas cerámicas triangulares colocadas en diagonal, y el espacio se ha cerrado con una cristalera que ocupa toda la sección de la nave para mantener la característica continuidad de este espacio.