Discurso del presidente del Gobierno en el acto de clausura del XIV foro financiero internacional 'Spain Investors Day'

Madrid

DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO


Buenas tardes, Xiana, secretaria de Estado de Comercio; presidente del Spain Investors Day y miembros del Consejo Rector; empresarios, empresarias, inversores, amigos y amigas.

Quiero comenzar como ha terminado la secretaria de Estado, agradeciendo la invitación a los promotores de esta iniciativa, a Benito y a Ladislao, un año más. Un agradecimiento que además se suma a una entusiasta felicitación por haber conseguido que el Spain Investors Day se haya convertido en una cita imprescindible para la política española. Mi más sincera enhorabuena.

Creo que los dos conceptos que mejor definen estos encuentros son el de la confianza y el de la transparencia. Algo se ha hecho referencia en tu intervención. Es decir, se trata de crear confianza en aquellos que pueden considerar interesante invertir en nuestro país. Y para lograrlo, en consecuencia, nos presentamos de manera abierta desde el gobierno y también honesta, en consecuencia, transparente.

Y como presidente del Ejecutivo me propongo dar argumentos que demuestran que nuestro país es un país en el que se puede confiar. Una sociedad cohesionada, abierta, dinámica, llena de talento y también de creatividad. Un país, en definitiva, de hombres y mujeres con un alto nivel de formación y con muchas ganas, muchísimas ganas de progresar.

Y en ese contexto, también, con un gobierno de progreso, un gobierno determinado y empeñado en que nuestro país, en que España, siga avanzando, con un proyecto y un rumbo claros hacia una nueva prosperidad basada en tres pilares que son el empleo, los derechos y la convivencia.

En resumen, España es un lugar ideal para invertir. Todos ustedes, si me permiten les tuteo, todos vosotros y vosotras sois profesionales de las cifras, de los datos. Tomáis vuestras decisiones pensando en los hechos, en las magnitudes medibles, cuantificables, por tanto, no en bulos, ni en supercherías que, por desgracia, campan a sus anchas también desde el punto de vista del debate público.

Y en ese sentido, me gustaría comenzar hablándoos de cuestiones muy difíciles de cuantificar, que sin duda constituyen también factores importantes a la hora de decidir dónde invertir. Pero son precisamente, y daré argumentos empíricos basados en hechos y en datos, para consolidar esta idea de que España es un gran país en donde invertir.

Pero volviendo a esos otros argumentos, menos cuantificables, más abstractos, pero también muy necesarios, me refiero -a la hora de valorar-, a la fortaleza de una sociedad que mostró una solidaridad y un civismo ejemplares ante la mayor emergencia sanitaria del último siglo. Un país que además ha sido capaz de recuperar su economía en un tiempo récord, en poco más de dos años.

En muchas de las ocasiones que he tenido la oportunidad de poder dirigirme en reuniones bilaterales a fondos de inversión, a inversores extranjeros, una de las cosas que se hablaba y se ponía además en valor por parte de ellos hacia la sociedad española fue las altas tasas de vacunación frente al covid en comparación con otros países europeos y ya no decir mundiales.

Yo creo que esto demuestra ese comportamiento responsable, solidario con uno mismo, pero también con el conjunto de la sociedad española y un civismo ejemplar ante una crisis afortunadamente pasada, pero que no debemos olvidar, como fue la emergencia sanitaria de la covid 19.

Lo hicimos además, esa respuesta y esa recuperación económica en relación con otras crisis como la crisis financiera, en un tiempo récord, gracias a un extraordinario sistema público de salud, que no solo nos garantiza derechos básicos de los ciudadanos, sino que también nos resulta decisivo para garantizar el bienestar y, evidentemente, las numerosas externalidades positivas en el ámbito laboral y de contribución al crecimiento económico.

En muchas ocasiones, cuando hablamos de la reforma fiscal o hablamos también del sistema fiscal, queridos amigos y amigas, también es importante ser conscientes de que tenemos que redistribuir los frutos de ese crecimiento, haciendo del Estado del Bienestar un sistema fundamental ante emergencias como las que vivimos hace poco más de dos años, como fue la emergencia sanitaria.

Nuestra segunda gran fortaleza se ha hecho ante referencia por parte de la secretaria de Estado, es que tenemos un extraordinario talento, un formidable capital humano.

Hay un dato que creo que es muy relevante y es que casi la mitad de los jóvenes entre 25 y 34 años de nuestro país tienen una titulación de educación superior, muy por encima de la media de la OCDE. Y yo creo que esto es un gran activo de nuestro país y seguimos trabajando para mejorar la adecuación entre la oferta y la demanda de un trabajo que cada vez es más cualificado. Por eso, en estos últimos cinco años hemos hecho caso a la demanda de muchísimos empresarios y empresarias. Hemos aumentado las matrículas en la Formación Profesional hasta llegar a unos niveles extraordinarios. En poco más de cinco años hemos aumentado en un 40%, llegando a cerca de 1.200.000 estudiantes en Formación Profesional.

En muchas ocasiones hablamos de que uno de los principales problemas que tiene nuestro país es el fracaso escolar, el abandono escolar. Eso también tiene mucho que ver con el inadecuado fortalecimiento de un sistema, el de la Formación Profesional, donde hay muchos nichos de empleo en el presente y en él y en el futuro inmediato. Por tanto, un millón y medio -o 1.200.000 para ser exactos- de estudiantes en la Formación profesional, un 40% más que hace cinco años y además con una nueva ley de Formación Profesional pactada con los agentes sociales, en cuya elaboración, sin duda alguna, las empresas, muchas de las que estáis aquí presentes, tuvieron mucho que ver y aportar.

Y, en tercer lugar, nuestra fortaleza institucional y democrática. Antes se ha hecho una referencia al respecto. Porque más allá de los bulos y la superchería, lo cierto es que España es una de las democracias más avanzadas del mundo. Y esto no lo digo yo, lo reconocen los principales organismos y think tanks internacionales.

Nuestras instituciones democráticas son fuertes, contribuyen a reforzar la estabilidad política fundamental para la inversión extranjera, la seguridad jurídica y -algo muy importante durante estos últimos cinco años que hemos visto, fundamentalmente durante la emergencia sanitaria, pero también durante las crisis que hemos atravesado la guerra de Ucrania principalmente- como es la paz social. Siempre desde la búsqueda del acuerdo, desde el diálogo, como quedó demostrado durante la pasada legislatura en la negociación con los agentes sociales, a los que siempre agradeceré su compromiso no con el Gobierno de España, sino con la sociedad española en momentos tan difíciles como fue la emergencia sanitaria, donde llegamos a acuerdos fundamentales en reformas medulares para el buen funcionamiento de nuestro país en lo económico, pero también en la convivencia, como ha sido la reforma laboral, la reforma del sistema público de pensiones o también, lógicamente, todas las reformas que tuvimos que hacer para poder sacar adelante esos acuerdos logrados con la Comisión Europea y poder percibir los fondos europeos, acuerdos que nos permitieron aprobar reformas trascendentales en materias esenciales, como por ejemplo la de las pensiones, el mercado laboral o también la conciliación con paz social.

Porque así es, al menos como creemos nosotros, que se refuerza la confianza y se logran reformas duraderas, mediante el acuerdo entre diferentes para garantizar la paz social.

Y en esta nueva etapa vamos a seguir en esa senda, vamos a impulsar nuevas medidas en el mismo camino, con la misma forma de hacer política, con un afán determinado de forjar grandes acuerdos entre diferentes que representan la mayoría social de nuestro país.

Acuerdos que permitan avanzar en la extensión de derechos, en la modernización de nuestra economía, con un impulso bastante importante que se le está dando a la reindustrialización de nuestro país.

Un buen ejemplo de ello fue la convalidación de dos importantes reales decretos leyes ayer en las Cortes Generales. Uno para materializar reformas pactadas previamente con las instituciones comunitarias en Bruselas, que nos van a permitir poder percibir el cuarto desembolso de los fondos europeos -10.000 millones de euros de los fondos europeos, no es ninguna broma- y, en consecuencia, continuar creciendo, continuar industrializando nuestro país y también creando empleo.

Y el otro, pues evidentemente vinculado con la protección a nuestros ciudadanos ante los aún persistentes efectos adversos de la guerra, particularmente de Ucrania, perpetrada por Putin hace más de dos años.

Y en ese sentido -me van a permitir-, me gustaría pedir a quienes ayer se opusieron a dos reales decretos importantes, que reconsideren su estrategia, que abandonen una oposición, a mi juicio destructiva, contraria a la mayoría social y que antepongan siempre el interés del país a cualquier otro. Si lo hacen, yo les puedo garantizar que contarán con nuestra disposición total y absoluta a acordar. Porque hacer oposición no consiste en oponerse al interés de la mayoría social, sino contribuir al beneficio de la mayoría social.

En todo caso, volviendo a la razón de esta intervención, estas tres fortalezas -la social, a la cual antes hacía referencia de un comportamiento cívico ejemplar con la emergencia sanitaria y con esos índices, esas ratios de vacunación; el capital humano y también la fortaleza institucional-, creo que han sido determinantes en los buenos datos de la economía española desde la salida de la emergencia sanitaria.

Seguimos, se ha dicho antes, anteponiendo el interés general, pero también sufriendo un escenario geopolítico complejo. Aún lidiamos contra los efectos del choque inflacionario provocado por la agresión de Putin en Ucrania. Y la respuesta del Gobierno creo que ha sido contundente. Ha sido aprobar un paquete nada más y nada menos que de más de 40.000 millones de euros. Ese es el esfuerzo que hemos hecho en políticas de protección social, pero también de recorte de la fiscalidad, que han servido para proteger a hogares, también a industrias, a empresas. Seguro que todos vosotros y vosotras conocéis claros ejemplos de lo que hemos puesto en marcha desde hace ya dos años, para, a la vez que reducíamos la inflación, seguir contribuyendo a que el crecimiento económico se dañara lo menos posible. Y hoy, afortunadamente, tenemos una de las inflaciones más bajas de Europa y creo que esto es algo que tenemos que celebrar.

Ese es el mismo sentido de los decretos aprobados ayer: seguir protegiendo a las familias, a las empresas de nuestro país, con medidas por valor de 5.000 millones de euros para los próximos seis meses.

De nuevo, en un contexto con una volatilidad y una incertidumbre formidables, yo creo que la economía española se ha dicho antes por parte de Xiana, ha mostrado una extraordinaria resiliencia y fortaleza. España cerró 2023, lo saben, con un crecimiento en torno al 2,4%. Los pronósticos para este año son también muy positivos: según los datos de la Comisión Europea, España va a crecer al 1,7% en 2024, es decir, por encima de la media europea, de sus cinco mayores economías y del promedio de las economías más avanzadas del mundo.

Y este crecimiento vigoroso se compatibiliza con un superávit por cuenta corriente superior al 2,9% y con una capacidad de financiación positiva de más del 3,6% del Producto Interior Bruto. Y, además, en 2023 la inflación media anual en nuestro país fue, como saben, del 3,4%, es decir, más de dos puntos por debajo de la inflación de la eurozona.

Yo creo que este buen comportamiento no es casualidad. Se debe en gran medida a iniciativas que ha impulsado el Gobierno de España a nivel nacional y a nivel europeo. Y yo quiero hacer bandera de ello, porque creo que han suscitado mucho debate a lo largo de estos últimos años, de estos últimos meses, pero que han servido para contener los precios de la energía. Y ahí está la solución ibérica planteada por España conjuntamente con Portugal; el impulso de las renovables, que ya genera más de la mitad de nuestra electricidad.

Y, además, después de lo que se ha logrado en la Presidencia española de la Unión Europea con esa reforma del mercado eléctrico, yo creo que quedan avaladas también muchas de las tesis, de las posturas que el Gobierno de España defendió desde el principio de la guerra de Putin en Ucrania.

Pero si hay un ámbito que sintetiza, creo, la positiva evolución económica de España es el empleo. Definitivamente, es el empleo. En 2023 hemos tenido un año, yo creo que muy, muy positivo, formidable. Estamos hablando de más de medio millón de nuevos empleos creados en nuestro país en este contexto. Y pese al aumento de la población activa. Hemos tenido un paro que se sitúa en mínimos desde antes de la crisis financiera en 2008, es decir, a niveles previos a la crisis financiera. Empleo creado, en buena medida- y esto creo que también es importante subrayarlo- en sectores de alto valor añadido, en I+D, en ciencia, en tecnologías de la información, con un incremento de más del 50% en estos últimos años.

En fin, tradicionalmente nuestro mercado de trabajo ha sido hostil a muchísimos jóvenes. Era siempre el primer colectivo en sufrir los efectos de la crisis con una dureza particularmente significativa. Recordemos el comportamiento del empleo juvenil durante la crisis financiera. Y por eso, pese a continuar siendo una asignatura pendiente el desempleo juvenil, yo creo que es una extraordinaria noticia que el número de jóvenes en paro hoy sea la menor de la serie histórica.

Y junto a este dato creo que esperanzador, quiero destacar dos más. Primero, un récord en empleo femenino con casi 10 millones de mujeres afiliadas, y una ratio de temporalidad que siempre ha sido el talón de Aquiles de nuestra economía, de nuestro mercado laboral, que está en mínimos históricos del 14% y, por tanto, con unas magnitudes equiparables a las del resto de Europa.

En fin, como consecuencia de todo ello, yo creo que España presenta los mejores pronósticos de las cinco mayores economías de la eurozona en tres aspectos básicos para cualquier sociedad que aspira a prosperar, a progresar y a estar cohesionada, como es el empleo, como es la inversión y como son las exportaciones.

Y sobre este punto, el de la inversión, sí me gustaría destacar algo que es relevante y es la confianza que España suscita en los inversores internacionales. Los datos son contundentes. Ayer mismo- lo habrá dicho también el nuevo ministro de Economía y Comercio y Empresa- conocimos que la emisión de deuda pública recibió una demanda récord por valor de 138.000 millones de euros. Yo creo que ese es un termómetro absolutamente fidedigno de cuál es la confianza de nuestro país de cara a los inversores extranjeros. Una cifra sin precedentes que sí demuestra algo es la confianza, como he dicho antes, en nuestro país. Y de nuevo, no es casualidad, porque España cuenta con un entorno institucional altamente propicio para la inversión extranjera. Solamente un dato: de acuerdo con la OCDE, somos uno de los países con menores barreras a la inversión por delante de Francia, del Reino Unido, de Italia, de Alemania y de la OCDE en su conjunto.

Y, además, la reforma de la normativa de control de inversiones extranjera aprobada, como bien antes ha hecho referencia la secretaria, aprobada el verano pasado, es más clara, es mucho más predecible y además refuerza la seguridad jurídica, que es condición necesaria para los inversores. Y esa confianza se traduce en una importante atracción de inversiones. Durante el periodo 2018-2022 nuestro país ha recibido flujos de inversión extranjera directa del 2,2% del PIB, es decir, el doble - si nos comparamos con las principales economías- en tamaño relativo que recibieron, por ejemplo, Francia, Alemania, Reino Unido o nada más y nada menos que la primera economía mundial, Estados Unidos.

Y, al mismo tiempo, el stock de inversión extranjera directa representó en España en el año 2022, nada más y nada menos que el 56,3%, es decir, una cifra superior a la de la OCDE del 51% y a la de otros grandes países como Francia, Alemania e Italia.

Sin duda uno de los factores importantes y estoy convencido de que lo estáis pensando mientras yo os relato estas cifras que conocéis bien, se explican por el buen comportamiento de una economía que tiene todo que ver con el formidable despliegue que estamos haciendo de los fondos europeos. Es verdad, y lo he escuchado en muchas ocasiones, que todos queremos que se agilicen, que se aceleren. También es cierto que la administración pública está haciendo un esfuerzo extraordinario con unos fondos que no existían hace poco más de tres años. Pero creo que es importante subrayar que España es líder en la recepción y la ejecución de esos fondos europeos. En este momento ya se han activado recursos por valor de 34 mil millones de euros en convocatorias ya resueltas, con más de 600.000 beneficiarios, de los que más de la mitad son empresas. Y yo creo que esto es un dato también que demuestra cómo los servidores públicos, muchas veces no tan reconocidos por parte de la opinión publicada, hacen un trabajo formidable para que, en efecto, en circunstancias tan difíciles y tan novedosas como es la gestión de fondos europeos y también lidiar con la Comisión Europea que tiene su cosa, pues han hecho que podamos tener esas cifras y además seamos líderes en la recepción y en la ejecución de los fondos europeos.

Y como saben, la aprobación en octubre de la adenda del Plan de Recuperación supone incorporar nada más y nada menos que 94.000 millones de euros más que van a ir destinadas a dos grandes áreas que conocéis bien porque es coherente con lo que hemos hecho. En primer lugar, el refuerzo de los proyectos estratégicos, de los PERTE en su acrónimo, que son auténticas palancas de transformación y de modernización de sectores estratégicos, como es el vehículo eléctrico, como es el hidrógeno verde, como son los semiconductores o los microchips. Y, en segundo lugar, en la creación de líneas de financiación a largo plazo para mantener los niveles de inversión y continuar así con la senda transformadora y de modernización de nuestro tejido productivo y empresarial.

Y quiero deciros que una de las cosas que este gobierno ha liderado durante estos años, que fue la creación de los fondos europeos, también vamos a dar la batalla porque esos fondos europeos tengan una segunda edición a partir del año 2026, porque evidentemente necesitamos estos recursos, no nosotros sino Europa en su conjunto, para abordar esa transformación digital y esa transición ecológica que creo que nos puede sentar unas bases de prosperidad mucho más sostenibles en todos los ámbitos, desde el social, el económico, el financiero o el fiscal al medioambiental.

En todo caso, por favorables y positivos que sean estos datos que acabo de referir, no creo que debamos quedarnos en la autocomplacencia. Al contrario, yo creo que es el momento de mirar hacia adelante, de seguir impulsando todo lo que queda por hacer, que es mucho en nuestro país. Vivimos un tiempo de cambio y de transformaciones sin precedentes. Yo creo que ahora mismo vosotros y vosotras, que sois también líderes en empresas, sois muy conscientes de que este tiempo no es un tiempo para administrar, sino para transformar. Si queremos garantizar la estabilidad de nuestras compañías, de nuestras sociedades, sentar las bases de una nueva prosperidad, lo que tenemos que hacer es transformar, no administrar. Esos son otros tiempos, no son los de ahora. Ojalá los tengamos en el futuro, pero no son los de hoy. Hoy nos toca transformar. Y en un momento como este, como he dicho antes, eso es lo que debemos hacer. No dejarnos caer ni llevarnos por la inercia, ser ambiciosos y dar un nuevo impulso a nuestro país.

España yo creo que ha demostrado con creces que sabe romper inercias, que es capaz de desafiar las tendencias, que también es capaz de vencer los vaticinios más sombríos y que está dispuesta a avanzar en la senda de la modernización y que no vamos a utilizar las crisis que puedan existir, la energética, para posponer nuestra transición ecológica. Antes al contrario, vamos a redoblar el ritmo para ser líderes, campeones en aquello que creo que va a ser fundamental para reindustrializar nuestro país y garantizar la competitividad y aumentar nuestra productividad. Yo creo que no hay mayor garantía de estabilidad que afrontar este tiempo de cambio y de transformación con ese espíritu. Vosotros lo hacéis a nivel empresarial. Nosotros tratamos de hacerlo humildemente en el ámbito político, con plena confianza, como he dicho al principio de mi intervención, en nuestro capital humano, tecnológico y físico, que es extraordinario, pero un impulso de país que se resume en una triple apuesta para estos cuatro años.

Primero, profundizar la agenda reformista y modernizadora. Segundo, continuar la senda de saneamiento de las finanzas públicas. Y tercero, impulsar unas finanzas sostenibles. Y dentro de estas tres prioridades quiero centrarme en algunos de los elementos de cada una de ellas.

Sobre la modernización de nuestra economía nos hemos fijado tres objetivos. El primero de ellos, continuar con la creación intensa de empleo. Ojalá podamos llegar alcanzar el pleno empleo. Dos años después de la reforma laboral yo creo que continuamos viendo sus efectos positivos en la estabilización del empleo y la mejora de su calidad. Ahora vamos a dar un paso más, vamos a hablar con los agentes sociales para mejorar los sistemas de recualificación, de modernización de los servicios de empleo, especialmente los enfocados a los parados de larga duración, con una mejor imbricación en una política ya consolidada como son el Ingreso Mínimo Vital para responder a las situaciones de exclusión social.

Segundo, hay que acelerar la digitalización de la administración pública. Y a ello responde además la decisión de unir el Ministerio de Función Pública al Ministerio de Transición Digital. El sector público, la administración pública puede ser tractora de la inteligencia artificial, incorporando en sus procesos de decisión y también de relación con el ciudadano la inteligencia artificial. Y eso puede también servir como motor para el conjunto del sector privado en nuestro país. La inteligencia artificial no es algo que vendrá, sino que ya está entre nosotros y debemos, en definitiva, abrazarla para poder sacar lo mejor de esta nueva y disruptiva tecnología. Nosotros queremos hacerlo. Queremos, en definitiva, aprovechar los desarrollos tecnológicos y la inteligencia artificial para automatizar procesos, para reducir trámites, burocracia... En definitiva, para lograr una administración pública más eficiente que mejore la productividad del conjunto del país. Y creo que tenemos por fin la palanca, que es la inteligencia artificial para poder lograrlo.

Y, en tercer lugar, vamos a acelerar la reindustrialización de nuestra economía sobre el vector de la sostenibilidad. Yo estoy muy empeñado en esto. Creo que nosotros no podemos, no tenemos ningún derecho a dejar a las generaciones futuras un planeta no habitable. Y este es un deber moral, ya no solamente una cuestión de confianza económica y de competitividad. Es un deber moral. No podemos mirar a las generaciones futuras a los ojos y decirles que no fuimos capaces de frenar ni adaptarnos a la emergencia climática. Y esto no es un capricho, no es ideología, es ciencia. Y ustedes, vosotros y vosotras, lo tenéis tan claro como yo.

Y ahí yo creo que España tiene una gran ventaja competitiva para convertirse en un polo industrial de Europa, para continuar impulsando las energías limpias, baratas, gracias a la mayor disponibilidad y calidad de recursos solares y eólicos de Europa. Yo recuerdo una anécdota de una gran empresa, que decidió invertir aquí mucho dinero, que me decía al final, cuando estábamos presentando el proyecto. me decía 'mira Pedro, nosotros hemos decidido invertir aquí, no por los fondos europeos, sino por el precio de la energía'. Esta es la clave.

Por tanto, la actualización de nuestro Plan Integrado de Energía y Clima 2023-2030 enviado ya a Bruselas, si nos va a permitir algo; va a ser seguir liderando el despliegue de las energías renovables hasta alcanzar el 81% de la generación eléctrica en 2030. Esa es nuestra ambición, ese es nuestro propósito y espero contar -estoy convencido de voy a conta, vamos a contar- con el apoyo del sector privado.

Y, además, porque esa reducción de nuestra dependencia energética nos va a permitir ahorrar, nada más y nada menos, que 90.000 millones de euros en importaciones de combustibles fósiles. Fijaros el coste de oportunidad: 90.000 millones de euros.

Gracias a esta hoja de ruta clara, yo creo que España está atravesando un momento muy, muy potente, muy positivo, en lo que representa la atracción de importantes inversiones industriales: en producción de hidrógeno verde, en centros de datos, en fábricas de baterías para el vehículo eléctrico....

La aceleración de la transición energética como factor de reindustrialización requiere, como he dicho antes, un estrecho trabajo y colaboración con el sector privado para facilitar las inversiones necesarias. Y, para ello, hay tres medidas importantes que vamos a poner en marcha.

En primer lugar, estamos trabajando -ya lo sabe el sector- en la nueva planificación de la red eléctrica, que supondrá un importante refuerzo a medio plazo; y en el corto plazo, lo que hemos hecho ha sido lanzar ya unas modificaciones puntuales -de hecho, convalidadas recientemente en el Congreso de los Diputados- a la actual planificación para acoger importantes proyectos estratégicos.

Segundo, facilitar las inversiones en energías limpias. Y, como ya anunciamos, vamos a modificar el actual gravamen extraordinario de las empresas energéticas, introduciendo deducciones e incentivos a la inversión en proyectos industriales estratégicos.

Y, finalmente, vamos a aprobar una ley de Industria que identifique esos proyectos estratégicos en línea con la legislación europea, que serán tratados de forma especial a través de una ventanilla única que va a reducir la burocracia y también acelerará los plazos.

Decía que la segunda de nuestras grandes prioridades para esta legislatura es la de continuar con la senda de saneamiento de las finanzas públicas y yo creo que, también en este sentido, tenemos unos datos francamente esperanzadores que si muestran algo es el compromiso del Gobierno de España con la consolidación fiscal.

Vamos a seguir generando confianza en los mercados y a los inversores. Vamos a continuar -lo habrán dicho los distintos responsables del área-, con la reducción gradual del déficit, de la deuda pública, sin que ello perjudique a la inversión pública, a las transformaciones y a la protección social que aún necesitamos garantizar en un país profundamente desigual como es el nuestro.

Desde el pico de deuda y déficit en la pandemia, hemos ido reduciendo el déficit -los datos están ahí- un 10,1% del PIB de entonces, hasta situarlo por debajo del 4% en 2023, y con el objetivo al alcance de llegar al 3% en 2024. Y en cuanto a la reducción de la deuda pública, habremos disminuido a finales de 2024, nada más y nada menos que 20 puntos de deuda pública en relación al PIB desde el máximo de la pandemia.

Para que nos hagamos una idea, en las reglas fiscales que aprobamos bajo la Presidencia española, lo que se plantea es una reducción de la deuda pública de un punto al año. Nosotros, desde la pandemia, hemos reducido cinco puntos al año la deuda pública de nuestro país en relación con el Producto Interior Bruto. Y esto lo que va a permitir al Tesoro es una reducción, como ya sabéis, de las emisiones netas de deuda, de 10.000 millones de euros en 2024. Yo creo que esto también es una extraordinaria noticia y vamos a cumplir, por tanto, con las nuevas reglas fiscales europeas, que previsiblemente empezarán a aplicarse en el curso 2024.

Y, finalmente, las finanzas sostenibles, donde yo quería también pararme en mi intervención -a diferencia de otros años- porque le estamos dando una de las mayores prioridades por parte de mi Ejecutivo para esta Legislatura: las finanzas sostenibles.

¿Qué os anticipo? Bueno, pues os anticipo la próxima publicación de un Libro Verde de Financiación sostenible y la creación de un Consejo de Finanzas Sostenibles. España quiere ser un país líder en la movilización de inversión pública -y también privada- en la transición ecológica, en el desarrollo del mercado de bonos verdes, también en transparencia, en evaluación y gestión de los riesgos climáticos de empresas, también de entidades financieras, en su adaptación a un nuevo entorno regulatorio, con una especial atención en el grueso de nuestro tejido empresarial que son las pequeñas y medianas empresas y también el trabajo autónomo.

Termino. Como veis, hay mucho por hacer. Tenemos la ambición, tenemos las ganas, tenemos los equipos con una experiencia y una cualificación acreditada para poder sacarlo adelante.

Termino apelando a los dos conceptos con los que abrí esta intervención: la transparencia y la confianza. Con transparencia, utilizando datos y hechos, he intentado mostraros que existe un camino hacia el progreso que combina crecimiento económico y fortalecimiento del Estado del bienestar.

Yo creo que después de la emergencia sanitaria todos tenemos que tener muy presentes que, ante el escenario global que tenemos por delante, nosotros y las próximas generaciones tenemos, sin duda alguna, que fortalecer nuestro Estado del bienestar para garantizar esa cohesión y hacer frente a emergencias sanitarias como las que vivimos con el covid. Y además aquí veo algunos colaboradores que hicieron mucho durante esa época por ayudar a su país.

Porque la experiencia nos ha demostrado eso, que la desigualdad no es compatible con el bienestar, ni tampoco con la estabilidad política. Que marginar a una parte de la sociedad del reparto de la riqueza, tiene profundos costes sociales, económicos y políticos. Porque impedir el crecimiento personal de los jóvenes a través de un trabajo digno, del acceso a una vivienda digna y asequible, es lastrar el futuro de todo un país. Porque poner trabas al desarrollo profesional de las mujeres, de la mitad de la población, no es solo inmoral e injusto, sino que también es un enorme despropósito en términos económicos. Y porque mantener y reforzar unos servicios públicos de calidad, no es solo hacer efectivos derechos fundamentales que están reconocidos en nuestra Constitución, sino que también contribuye a dar seguridad a todo el sistema. O porque asumir el compromiso de la sostenibilidad no solo es constatar el hecho de que el calentamiento global impone actuaciones decididas, urgentes, rápidas, si queremos evitar lo dramático, sino que también supone explorar todas las posibilidades de riqueza que encierra la nueva economía verde.

Y siempre, como he dicho antes, desde el diálogo, la negociación y el acuerdo, defiendo que la única vía hacia el progreso se basa en la búsqueda de acuerdos políticos, en la gestión inteligente y empática de la pluralidad política y la diversidad territorial de un país tan maravilloso y tan complejo como es España. Porque el progreso es tarea de todos.

Y, por eso, este Gobierno dará un nuevo impulso a la colaboración entre el sector público y privado -yo creo que esa es una de las grandes lecciones que hemos extraído de la emergencia sanitaria-; y a la cogobernanza entre los distintos niveles de la Administración del Estado. Porque los objetivos son compartidos. Al final, lo que queremos todos es crecimiento económico y creación de empleo; lo que queremos es convivencia, y lo que queremos son derechos para la mayoría.

Creo que hemos aprendido que el enfrentamiento y la negación del adversario tiene efectos muy negativos en la marcha de nuestra economía. Y la reciente experiencia de la pandemia nos ha enseñado que la solidaridad y la cooperación resulta mucho más rentables en términos también materiales.

Y, como es lógico, yo espero que confíen en un Gobierno que creo que ha sido consecuente en sus decisiones económicas, que ha mantenido el rumbo previsible en un contexto absolutamente imprevisible a lo largo de estos años. Pero, sobre todo, lo que os pido es que confiéis en España, en un país que ha cambiado mucho en muy poco tiempo, sin perder su carácter abierto, acogedor y creativo.

Un país que ha dejado atrás viejos complejos, afortunadamente. Que no está dispuesto a repetir la historia dejando pasar el tren de revoluciones industriales como en el pasado, y que está decidido a ser parte de la locomotora, al menos, en el contexto europeo.

Así que, confíen en España, inviertan en España, porque estoy convencido de que no se arrepentirán. Nada más y muchas gracias.

(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)

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